La sangre del ser humano, siempre ha sido considerada un símbolo de vida. Hoy además supone un símbolo de altruismo y generosidad ya que cada año se realizan 92 millones de donaciones de sangre en el mundo. En España en 2010 hubo casi 2 millones de donaciones.
Debido a que la sangre se degrada entre las 4 y 6 semanas de su extracción, su necesidad es siempre constante, principalmente entre los países con servicios sanitarios más desarrollados, donde la demanda crece más cada día que pasa. Cuando ésta escasea, los principales damnificados son aquellas personas con ciertos grupos sanguíneos, que sólo pueden aceptar a determinados grupos (especialmente los del 0-, que sólo son compatibles con su mismo grupo y Rh). A esto se suma el hecho de que las transfusiones no están exentas totalmente de peligro y, aunque este sea muy bajo, siempre existe el riesgo de transmisión de enfermedades infecciosas.
Debido a esta necesidad, muchos investigadores llevan décadas investigando sustitutos a la sangre que puedan estar disponibles en cualquier momento y lugar. Existen varias líneas de investigación encaminadas a este proyecto pero podemos dividirlas en: sangre artificial de síntesis química y sangre artificial de síntesis biológica.
Sabemos que nuestra sangre es de vital importancia, ya que está directamente implicada en gran cantidad de funciones biológicas: El transporte de oxígeno y de dióxido de carbono es, tal vez, su papel más importante, además de que también interviene en la distribución de nutrientes, en la coagulación, en reacciones inmunes contra microorganismos extraños, en el transporte de hormonas, etc.
Los investigadores, centrados en la sangre artificial de síntesis química, han podido construir sustitutos de sangre simulando lo máximo posible las propiedades de la hemoglobina,proteína que se encarga de transportar el oxígeno y el dióxido de carbono. Podemos distiguir dos grupos: La sangre artificial basada en hemoglobina y la sangre artificial basada en perfluorocarbonos. Muchos de ellos se encuentran todavía en etapa de evaluación y ensayos clínicos, sin embargo, algunos como el Perftoran llevan utilizándose muchos años como transportador de oxígeno en algunos países.
Entre las ventajas de la sangre artificial de síntesis química podemos mencionar:
- Su investigación es más sencilla que la sangre artificial de producción biológica.
- Se conservan bien a temperatura ambiente.
- Su producción más es barata.
- Son compatibles para todos los grupos sanguíneos.
- Suelen ser excelentes transportadores del oxígeno.
Pero al margen de dichos beneficios, son sustitutos de la sangre muy restringidos, sólo suplen su papel cómo transportador de oxígeno y dióxido de carbono y no actúan fisiológicamente como lo haría la sangre de verdad. También pueden producir distintos de efectos adversos, como por ejemplo: hipertensión, trombosis, fiebre, incremento del riesgo de muerte, etc. En conclusión, son el primer acercamiento a la sangre artificial pero su potencial es limitado. Si hablamos en términos correctos, desde un punto de vista técnico, no deberíamos llamarles sustitutos de sangre, sino transportadores de oxígeno.
El área de estudio más prometedora en la búsqueda de sangre artificial se halla en el campo de la sangre artificial de síntesis biológica. Ya que construir químicamente una sangre artificial equivalente a la sangre real es una labor titánica, ¿por qué no utilizar células en el laboratorio que produzcan la sangre artificial por nosotros? La gran ventaja es que los glóbulos rojos producidos podrían ser normales y, con el avance en las investigaciones, podrían desarrollarse otros elementos celulares presentes en la sangre (leucocitos, plaquetas, etc...) y así conseguir una sangre prácticamente idéntica a la que corre por nuestras venas.
Las células elegidas para la producción de sangre en cultivo pueden ser varias: Las células madre hematopoyéticas (que se encuentran en la médula ósea, en el cordón umbilical o en sangre) son las más accesibles y sencillas de utilizar. Pero también se pueden emplear células madre embrionarias o células madre pluripotentes inducidas (células iPS). Sobre estas últimas, en el Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona, han conseguido recientemente convertir células normales de la piel a células iPS y, tras ello, convertirlas en glóbulos rojos.
Hace unos días, se publicó la noticia de que se había probado por primera vez en la historia y con éxito la infusión de sangre artificial producida a partir de células madre hematopoyéticas en cultivo que se habían obtenido de la propia persona a la que, posteriormente, se le administró la sangre. Eran solo unos escasos 2 ml. de sangre, pero fue una prueba de concepto muy prometedora que nos dice que la producción de sangre equivalente a la real es posible en la práctica.
Sin embargo, este enfoque para obtener sangre artificial tiene sus contras:
- Los costes de producción de sangre serían elevados (aunque con el tiempo y con producciones industriales es de esperar que se abaratasen)
- Todavía no disponemos de datos clínicos para evaluar sus resultados.
- Existe el obstáculo de los grupos sanguíneos. Aunque eso no es problema si se produce en abundancia sangre del grupo O-.
Gracias a estos avances científicos, cada vez estamos más cerca de producir sangre artificial. Sabemos que es factible y, dentro de pocos años, sabremos si eficaz y segura. Si dichos requisitos se cumple estaremos frente a una revolución médica: la producción industrial de células humanas que generen sangre para salvar vidas. Mientras tanto, las donaciones de sangre seguirán siendo imprescindibles.